El Walter

El Walter

Desarmadero. Calle de tierra, a unos 300 m del bitumen.

El Walter

CORVAIR
CORVAIR
OLDSMOBILE
OLDSMOBILE
PACKARD, CHATA F1, FORD 41, OPEL...
PACKARD, CHATA F1, FORD 41, OPEL...
DKW
DKW

Hace 30 años que está en el negocio. Toda la afición lo conoce y muchas veces se ha nutrido de su chatarra. Primero asentó sus reales sobre la Ruta 1, la que va de Colonia a Montevideo.

En los Rallies Aniversario de nuestro Club, nuestros muchachos madrugaban, cruzándose con los últimos apostadores del Casino de El Mirador. Intentaban ser los primeros en llegar al campito. Ariosto, Doval, Scarlato, Balduccio, eran los más madrugadores. Ahora el desarmadero está detrás del Real de San Carlos, cerca de la R 21 que lleva a Carmelo, en un predio bien rural. Cruzando la portera, arranca el potrero donde yacen unos 300 autos y restos de "cachilas" varias. WALTER ALBERNAZ dice que en un tiempo llegó a tener 600 autos juntos y que lleva negociados, históricamente, unos 3.000 en total. También dice que hará orden y galpones nuevos: No creemos ni queremos. Perdería el encanto.

Una vez tuvo un Renault 1914 cupé. También un De Dion-Bouton que antes había vivido en La Plata y al final llegó a Chile. Ese auto no tenía el motor. El coleccionista chileno vio que Walter ofrecía un motor igual al original y viajó a Uruguay para investigarlo. Estaba publicado en Internet pues lo tenía un pescador argentino en su lancha, por el lado de Juan Lacaze. Cuando el coleccionista lo vio, tomó la numeración del motor verificándola con gente conocedora del tema. Casi se desmayó cuando supo que, efectivamente, el motor que impulsaba una barquita pescadora era el de su propio auto.

En la foto, Walter está franqueado por un Hillman Californian convertible del '55 y un Simca ‘49 que es la versión francesa del Topolino.

Dispersos por allí hay autos americanos y muchos ingleses de bajo precio de los ‘40 y '50, que fueron los que mayormente importó Uruguay, pues no tenía terminales automotrices ni mucho dinero en las arcas. También mucha lata suelta, surtidores, tractores Ford y Fordson, camioncitos Thames y todas las chatitas livianas con cajas de madera artesanales, generalmente destruidas por el tiempo.

Es una rara sensación la que se experimenta en estos lugares. Es una mezcla de curiosidad, excitación eufórica y tristeza, todo junto. Locas ideas restaurativas que la cordura enfría de inmediato, sobrevuelan nuestras calvas.

Walter, impasible, conoce el juego y, con pocas y tentadoras palabras nos va alimentando el fuego sagrado. Cuando el partido lo gana Walter… perdemos por goleada al llegar a casa:
"¡¿Y esa chatarrrrrrrra oxidada…?!" es la frase lapidatoria de la cónyuge. Así, con la rrrrrrrr arrastrada y prolongada para darle mayor peso. Esa frase baja la cortina de la aventura y la ilusión… … hasta la próxima visita a Colonia, cuando las palabras "botija", "cachila", "tangerina", "boniato" y "El Walter", endulcen nuevamente nuestros oídos.

El Walter

Por: O. Bongiardino
Fotos: Patricia Chiquilina Bottesi