Italia

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Recuerdos de un viaje increíble. Autos, museos y amigos.

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Ricardo Cordaro
Ricardo Cordaro
Taller de restauración y construcción de instrumentos<br/> eléctricos. Schio.
Taller de restauración y construcción de instrumentos
eléctricos. Schio.
Colección del Museo Nicolis
Colección del Museo Nicolis
Colección del Museo Nicolis
Colección del Museo Nicolis
Copa Vanderville en el Museo Nicolis. Junto a<br/> Ambrogio Pollastro, Presidente del Museo Achille Varsi
Copa Vanderville en el Museo Nicolis. Junto a
Ambrogio Pollastro, Presidente del Museo Achille Varsi
Aldo Brovarone en su casa, mostrándonos sus obras
Aldo Brovarone en su casa, mostrándonos sus obras
Homenaje a Tazio Nuvolari en la Ciudad de Mantova
Homenaje a Tazio Nuvolari en la Ciudad de Mantova
Homenaje del equipo argentino a Achille Varzi en el <br/>Museo que lleva su nombre
Homenaje del equipo argentino a Achille Varzi en el
Museo que lleva su nombre

Cuando un amigo me invitó a realizar un viaje por el norte de Italia para asistir a la presentación de su Abarth 204 Cisitalia, dudé en aceptar. No estaba de ánimo a causa de un problema familiar; pero mi esposa y mis hijas insistían que esta era una oportunidad que no podía dejar pasar ya que conocería distintos lugares, gente y, principalmente, autos que toda la vida soñé ver.

Ya convencido, partimos los tres integrantes del grupo el 19 de enero de 2013 hacia Roma y luego a Milán, donde abordamos un Fiat alquilado que nos llevó muy cómodamente por el norte de Italia.

El viaje hacia Mántova (primera etapa del recorrido) se realizó bajo lluvia y nevada bastante intensa. Al día siguiente de nuestra llegada se presentaría la Cisitalia 204 en el Museo Nuvolari, evento organizado por el Automóvil Club de Mantova. Este fue el último auto que corriera el legendario Tazio Nuvolari antes de su muerte.

Como podrán imaginar, mi amigo invitante era Sergio Lugo y el tercer participante Jose María Pedota. En la presentación abundaron los relatos de Sergio sobre la historia y el proceso de restauración del biposto, luciéndose al contestar todas las preguntas y mostrando videos y películas de época relacionados con la historia de la máquina.

Los representantes de casi todos los museos de Italia y periodistas de autos históricos quedaron asombrados ante la sabiduría y conocimiento de Sergio Lugo sobre un auto tan emblemático para ellos. Esa noche fuimos a cenar invitados por el Automóvil Club mencionado, terminando esa primera escala con muchas felicitaciones y gran alegría.

Al día siguiente viajamos hacia Villa Franca, ciudad cercana a Verona, para visitar el "Museo Nicolis del Auto, de la Técnica y de la Mecánica", donde nos atendió su dueña Silvia Nicolis y nos guió explicando las características cada uno de los autos exhibidos, en cantidad y de calidad increíbles. Su inventario supera los 150 autos, 480 motos, infinidad de bicicletas y radios, máquinas de escribir, máquinas de fotografía y todo tipo de artefactos históricos.

Luego de recorrer los cuatro pisos del museo nos mostraron el subsuelo donde se encuentran el taller de restauración de sus autos y los repuestos que tienen prolijamente guardados en estanterías (¡el sueño de cualquier propietario de auto antiguo!)

Esa tarde viajamos hacia el taller de Dino Cognolato, en Vigonza, cercano a Padova donde existe un taller de restauración que es de los mejores de Europa, ya que se trabaja en vehículos provenientes de Japón, Australia, Estados Unidos, Alemania, etc.

Para quienes gustan de los autos de carrera: allí había 3 Ferrari 0 km totalmente desarmadas a las que estaban reforzando su estructura y colocando jaulas antivuelco, porque corren en el Campeonato Europeo de Turismo. Pero debíamos seguir, ya que nuestro itinerario marcaba nada menos que Venecia como próxima escala. La persistente lluvia que nos seguía desde Milán cedió por fin. Al asomar el sol, al día siguiente, descubrimos una ciudad increíble. La recorrimos caminando durante varias horas, deteniéndonos en la famosa Plaza San Marco y en su Catedral, visitando aquellos lugares que tantas veces habíamos visto en películas. Aquí los autos fueron reemplazados por barcos, góndolas y los populares vaporettos, que recorren los canales a modo de bondi acuático. Más tarde, una lancha taxi nos llevaría hasta nuestro hotel. Comentando lo particular de la ciudad de los Vénetos que habíamos descubierto, viajamos rumbo a Bassano del Grappa para visitar el Museo Luigi Bonfanti, el que recorrimos guiados por su Presidente, el Señor Nino Balestra quien nos mostró las piezas del museo una a una, con una precisión excelente. Poseen motores, autos, motos y un motor muy extraño que fue hecho en Italia pero nunca se desarrolló para ser producido en serie. El amigo Nino nos llevó a su propio taller para mostrarnos una muy buena colección de Lancia, Fiat, Cisitalia 202 Cabriolet y lo que más nos llamó la atención a José y a mí: un Monoposto Merzario – Alfa Romeo de F1 Internacional de los años 70 y un F2 Chevron que usan para correr el Campeonato de Monopostos Históricos.

Próxima parada: Schio, pueblo casi pegado a los Alpes, donde se halla un taller especializado en reparación, reconstrucción y fabricación de piezas de tablero. Allí, relojes, cuentavueltas, velocímetros e instalaciones eléctricas se restauran respetando su originalidad. También reparan magnetos, dinamos, alternadores y motores de arranque. Todo esto en un taller rodeado de un paisaje increíble, propiedad de Roberto Rodighiero un enamorado de las Maserati, de las que posee dos junto a dos motos Guzzi restauradas.

Pero en Galliate nos esperaba Ambrogio Pollastro para mostrarnos el "Museo Achille Varsi", instalado en un castillo medieval del año 1400. Allí fuimos.

Frente a la casa de Ambrogio se encuentra el taller donde se estableció el equipo del A.C.A. que fue a Europa a fines de los 40. La escudería argentina integrada por Juan Manuel Fangio, Froilán Gonzalez y Benedicto Campo se llamaba Achille Varsi en homenaje a este ídolo italiano que fuera propietario de este lugar. Este Museo posee todo tipo de recuerdos, fotos, planillas de carreras, trofeos del equipo argentino y, por supuesto, toda la historia de Varzi, uno de los mayores ídolos italianos.

Esa misma noche, luego de cenar en un restaurant cuyos dueños eran argentinos, de Villa Gesell, seguimos rumbo a Torino comentando todas las emociones vividas en este lugar, donde pervive un recuerdo muy especial de los argentinos.

Ya en Torino visitamos al Señor Aldo Brovarone, quien nos recibió en su casa y nos relató su apasionante historia como diseñador. En 1950 vino a Argentina trabajando en Autoar y luego en Siam. Cuando regresó a Italia comenzó en Pinin Farina. Nos mostró alguno de sus muchos trabajos, llamándome especialmente la atención el Peugeot 504, del que tuviéramos miles en Argentina, la Ferrari Dino y varios modelos de Maserati… ¡nada menos! También muchos otros diseños descriptos en el artículo sobre este magnífico diseñador en esta misma edición de La Luneta. Demostrando una destacable caballerosidad y humildad nos condujo en su auto particular al Museo Nacional del Automóvil de Torino, donde nos esperaban su Director Cav. Rodolfo Gaffino Rossi y Toni Pavanel. Allí, luego del almuerzo, recorrimos el Museo guiados por Toni, quien nos relató "vida y obra" de cada auto expuesto.

En el sector dedicado a los grandes diseñadores italianos, el mismo Aldo Brovarone tenía destinado un lugar... ¡El mismo Sr. Brovarone que oficiara de nuestro anfitrión y chofer! Un verdadero Señor quien, teniendo un sitial de importancia en la historia automovilística, nos trató como si fuéramos amigos desde siempre. Es la simpleza de los grandes que tanto impresiona. Nunca olvidaré ese momento de nuestro viaje.

Esa noche, cenamos con Eduardo Magnone, quien nos relató su historia como Presidente de Fiat Venezuela y Director en Uruguay. Actualmente es el Presidente del Registro Fiat Italiano, miembro del Centro Storico Fiat, museo que no pudimos ver por encontrarse cerrado. El amigo Eduardo tiene varios autos clásicos. Sus anécdotas e increíbles historias para conseguir autos y motos por todo el mundo, hizo la noche amena y divertida.

Pero, inexorablemente, el día de nuestro regreso llegó. Allí finalizó el viaje, pero empezó el proceso de recordar uno por uno los lugares visitados, los conocimientos adquiridos y las experiencias; ya sea sobre autos, motivo principal del viaje, o sobre las charlas en el auto, con José y Sergio, quien, al mejor estilo de un profesor universitario, respondía todas las preguntas que se nos ocurrían.

Todo salió a la perfección, conformando un viaje inolvidable. Tan inolvidable como la generosa invitación de Sergio, aunque él opina que no fue una invitación sino una simple devolución de la atención recibida en el proceso de restauración de sus autos, ya que personalmente me encargué de la mecánica de la 204. El resultado produjo, además de una relación comercial, una amistad muy sincera. Nunca olvidaré esa invitación y esos días pasados en Italia. Tampoco el abrazo de despedida al llegar a Ezeiza.

Por: Ricardo Cordaro