Maranello

Maranello

Tutto rosso…

Entrada a Ferrari
Entrada a Ferrari
Vista de la Villa Maranello
Vista de la Villa Maranello
Héctor Elías junto a la Ferrari 2010
Héctor Elías junto a la Ferrari 2010
Il Cavallino Rampante
Il Cavallino Rampante

Hoy 29 de mayo de 2011 a las 11 hs salimos del lago di Garda, después de haber tenido ayer el primer día lluvioso en un mes. Hoy amaneció hermoso y a las 13 hs habíamos llegado a Maranello. El único objetivo era ver el mundo Ferrari, por lo tanto busque en Internet un hotel por acá y no en Módena, que es más importante y está a 15 km. Llegar a Maranello es muy loco. Es llegar a Ferrarilandia porque todo, absolutamente todo, tiene que ver con el cavallino. Las Ferrari rojas, amarillas o negras rugen por todos lados y en muchos casos las acompaña algún Lamborghini. Todo gira alrededor de la Fábrica Ferrari, que domina media ciudad, desde los shops del merchandising, el Instituto de Formación Profesional, Técnica y Artesanal Enzo Ferrari, hasta los que te alquilan la maquina roja a 50 euros los 15 minutos. Lo primero que hicimos fue buscar el hotel: otro mundo para fanáticos, en el Maranello Village todo habla el idioma Ferrari. El escritorio de la recepción esta al pie de un auto de Fórmula 1, que cuelga semi inclinado y ya ahí, te rodean las vitrinas con los souvenirs rojos que van desde la gorrita hasta la campera, pasando por el perfume y los llaveros. Todo caro, muy caro, si es que uno quiere permanecer en Europa por 40 días y terminar su recorrida. Hacia la habitación caminamos por pasillos alfombrados de rojo con una guarda blanca y negra en damero, tipo bandera de llegada, con los modelos existentes de la marca. Los cuadros de adorno son alusivos y los edificios de la Villa tienen enormes murales con la foto de los campeones, entre los que no falta Fangio. Las sábanas blancas tienen un vivo rojo. Desde la cabecera… ¡me mira Schumacher! En el baño, los amenities están dentro de una caja roja que te augura "per sentirsi Ferrari". No me equivoqué con la elección, tuve la certeza al verle la cara a Héctor.

Volando fuimos a la Galería Ferrari, que en realidad es el Museo. Pero, si has visitado el Museo de la Fundación Fangio o el del Automobile de Torino te convertirás en un exigente. Es nuestro caso. Es bueno, pero esperábamos más. Un emporio como el Ferrari podría montar algo mucho más completo. De todos modos nos fotografiamos al lado de cada auto desde el modelo 56 hasta el 2010 y nos emocionamos en la Sala de las victorias con las maquinas campeonas de Formula 1 acompañadas del video que va alternando los distintos triunfos con foto y sonido. Allí, otra vez, nos conmovimos con Fangio y sentimos estar en boxes en la sala de la Scuderia. Mientras tanto, por todos lados, hombres y mujeres miraban en las pantallas la clasificación para el Gran Premio de Mónaco.

Es toda una experiencia para recomendar. Esta ciudad vive y respira al ritmo del cavallino y como una vez leí "en Italia Ferrari no tiene aficionados, tiene devotos" y esta ciudad no recibe visitantes, recibe peregrinos. Son las 20 hs y nos vamos a cenar al "Paddock" (así se llama el restaurante).

Por: Mónica Solis