III Gran Premio Nacional de Baquets

Homenaje a Víctor Prátola

III Gran Premio Nacional de Baquets

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III Gran Premio Nacional de Baquets

La tercera edición del GP salió de Adrogué, en retribución al apoyo recibido del Municipio de Almte. Brown. La primera etapa cubrió hasta Dolores y la segunda nos llevó a Pinamar.

Como es característico, la ruta fue trazada sobre caminos vecinales, caminos de tierra. La meteorología para ese fin de semana era asustante: lluvia permanente desde el viernes al domingo. Pero Dios ha de habernos visto, le debe de haber dado un poco de envidia tanto disfrute y nos bendijo dándonos un sol maravilloso y caminos secos.

Debo pedir disculpas, en mi nombre y también en el de mi coequiper Robbie Marenzi, al Director Deportivo Don Juan C. Viña y a sus hijos Cako y Ricky, quienes trazaron la ruta, la midieron, nos controlaron, planillaron y premiaron. Poco antes de largar recordamos con Robbie la experiencia del año anterior cuando atravesamos el triángulo de oro de la agricultura argentina, viendo lozanos sembradíos sobre una de las zonas más fértiles del mundo. Decidimos entonces que andar mirando planilla y velocímetro cuando se viaja por el interior del interior argentino era, para nosotros que lo disfrutamos a rabiar, un desperdicio. Usamos las planillas solamente para no perdernos. Y casi lo logramos. Los Viña, piadosamente nos perdonaron.

La primera etapa nos deparó un paisaje de campo raso, ganadero, surcado por los canales aliviadores que llevan el exceso de agua de lluvia hacia el Rio de La Plata. Solitario, casi sin personal pues es zona de cría. La parición había pasado, el campo verdeaba lindo y las madres, con ubres llenas rumiaban echadas. Por lo tanto, una recorrida matutina del encargado es suficiente. Lo solitario del paisaje avivaba la presencia de la fauna salvaje no molestada. Vimos muchos ñandúes, hurones, zorros e infinidad de aves: cisnes de cuello negro, cisnes blancos, garzas, cigüeñas, gallaretas a montones, ibis, patos, tijeretas, chimangos y caranchos, entre otros. Además, los terneros y potrillos retozaban probando sus primeras fuerzas, lo que nos llenaba los ojos del paisaje más lindo que la llanura bonaerense pudiera ofrecer. La mayoría de los caballos eran criollos o mestizos, dando manchas y entrepelos diferentes y asombrosos.

La segunda etapa, Dolores-Pinamar, tenía programado unas vueltas al circuito de Dolores controlado por Ricky Viña. Fue divertido y, por un momento, le pegamos duro a las máquinas haciendo chirriar las gomas en la chicana. Luego, el trazado nos llevó por campos ya más tendidos, con bajos y albardones llenos de juncos y montecitos de talas aquí y allá. Paisaje típico de la zona de escurrimiento del río Salado, que va haciéndose más baja e inundable a medida que nos acercamos al mar. Llegamos a la R 11 por detrás de la Estancia Dos Montes, de Teresita Guerrero, desembocando a la entrada de ese paraíso verde que es Cariló. Allí nos esperaba una bandera a cuadros, un detalle más de los maravillosos Viña. Cuando le agradecí a Cako por ese amable detalle me dijo: "Nada que agradecer, nosotros lo disfrutamos más que ustedes"

Como verán, la decisión de no hacer la regularidad fue sabia en este caso. Nuevamente, nos disculpamos por ello.

Una tripulación de franceses, que participó del evento, no salía de su asombro al ver horizontes infinitos sin casas ni humanos. Comprensible.

La organización el evento por parte de la Comisión Directiva fue perfecta y el control del aspecto deportivo por los Viña… impecable. Las anécdotas fueron detalles risueños que amenizaron las comidas y encuentros: alguno se perdió y como la planilla indicaba el cruce de tres tranqueras, entraron a abrir las que encontraban hasta llegar a estar bien adentro de una propiedad privada. Afortunadamente no hubo víctimas salvo tres gallinas que desaparecieron misteriosamente. Otro clavó una rueda en una vizcachera, a pesar de la advertencia de la hoja de ruta. Hemos visto paisanos salir volando porque el redomón metió una pata en una vizcachera, pero una Nash clavada allí, no teníamos visto…

Este Gran Premio, que nos permite utilizar las baquets en su ambiente natural, con el plus de recorrer la intimidad del agro argentino, es una verdadera bendición. Ojalá se repita cada año sin interrupciones. Los paisajes que nos quedan por ver son tantos y nuestro destinos tan inciertos, que no debemos dejar pasar ninguna oportunidad de repetir la experiencia. Sospecho, además, que este GP irá creciendo hasta ser un fenómeno nacional y, por qué no, internacional.

Texto: Orlando Bongiardino Fotos: Martín Gómez

Alfredo Barragan y Jorge Iriberri, héroes aventureros de la Expedición Atlantis y oriundos de Dolores, en Latona prestada.
Alfredo Barragan y Jorge Iriberri, héroes aventureros de la Expedición Atlantis y oriundos de Dolores, en Latona prestada.

Víctor Prátola y su baquet de competición

III Gran Premio Nacional de Baquets
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VICTOR PRÁTOLA Y SU BAQUET DE COMPETICION Prátola nació el 7 de Noviembre de 1906. Transitó por el ciclismo, motociclismo y automovilismo, haciendo pié en la Mecánica Nacional. Prefirió la pureza y precisión del circuito a la improvisación de la carretera; no obstante, también participo en algunas de aquellas duras pruebas ruteras que marcaron rumbos e hicieron camino.

La baquet de Víctor Prátola fue construida en el año 1932 y conocida familiarmente como "The Chumbo", siendo esta la creación de su visionario constructor. En ella volcó sus conocimientos, resultando una máquina de avanzada para la época. Este soberbio racer llegó a cronometrar 174 km/h. Utilizó varios motores: Rickenbacker, Hispano-Suiza 6 cilindros, Studebaker 8 cilindros, Buick 8 en línea, un Chrysler Imperial 8 en línea 5,0 l y, finalmente, otro Chrysler 8 en línea de 5,3 l.

El resto de componentes se adaptó a lo que Prátola y su socio González pudieron conseguir: caja de cambios Wilson, diferencial norteamericano, tambores de freno de Fiat 520 ó 525, eje delantero y quizá algunas otras partes del bastidor de un OM, ruedas de varillas con cierre central rápido tipo Whitworth, radiador de Delage en panal de abeja sin calandra protectora, faros franceses, instrumentación norteamericana y algo de Bugatti... La carrocería fue artesanal, conformada por el propio Víctor Prátola y su socio. Con la configuración de roadster biplaza de estética británica, se veía más refinado que los singulares baquets argentinos de los '20 y los '30.

Víctor Prátola vende el Chumbo con el motor Chrysler 8 cilindros en línea. Este motor fue quitado del auto y lo adquierió el Negro Monguzzi sin motor y lo conservó sin planta motriz muchos años hasta vendérselo a Buby Saimand quien le colocó nuevamente un Buick 8 cilindros en línea. Lo adquiere Juan Bonomo con este motor hasta que se rompe en el circuito de Las Flores. Juan Bonomo le coloca un motor Chrysler Valiant Slant 6, para finalmente colocar el impulsor que tiene en la actualidad, un Chrysler 8 cilindros en línea.

Describir todas las actuaciones de este automóvil, sería extenso y tedioso, por lo tanto mencionaremos sólo algunas:

• 5 de Agosto de 1934 Gana una manga en el Premio Piriápolis del Sportivo Palermo, La semana siguiente y en el mismo escenario ganara otra manga del Premio Río de Janeiro, en esta oportunidad The Chumbo se presentaba como "Ronfer".
• Víctor Prátola fue uno de los Pilotos a los que Ernesto Hilario Blanco invitó a disputar el record nacional del kilómetro lanzado en la playa de Mar de Ajó. Los otros fueron Ricardo Carú, Antonio Pereyra y Ricardo Nasi. Blanco batió su record con 176,895 km/h.
• 28 de Abril de 1935. Se clasifica 4º con el Ronfer en el Premio Audax Córdoba.
• Prátola fue uno de los impulsores del retorno de las 500 Millas de Argentina (Rafaela) aquel año de 1935 tras cuatro temporadas en blanco. Participó en esta prueba con su The Chumbo que inscribió como Ronfer-Studebaker.
• Durante 1935 y 36 interviene en: Parque Urquiza de Paraná (Entre Ríos) se clasifica 7º; 4º en el Hipódromo de Tandil; Gran Premio Ciudad de Rosario; Parque de la Independencia y Prueba 1000 Millas de la Ciudad de Buenos Aires.
• Luego del receso 1942-1946 por la II Guerra Mundial, Víctor Prátola disputó la prueba de Mecánica Nacional Fuerza Libre el 8 de Febrero de 1947 en el Circuito de Retiro donde su auto ostentaba el numero 61. Junto a él y con el número 60 se encontraba Juan Manuel Fangio con La negrita y Clemar Bucci con el número 62 en su Cadillac V16. Una semana más tarde se disputó otra manga de este Gran Premio clasificando The Chumbo en un muy meritorio 8° puesto pues su potencia era menor que la del Cadillac V16 de Bucci, el Mercury Bimotor de Chiozza o el Insignia de Oro Chrysler 8 de Luis Repossi..
• AÑO 1950 Civiliza al The Chumbo/Ronfer, colocándole guardabarros e iluminación reglamentaria para utilizarlo como automóvil de turismo de calle.
• AÑO 1953 Prátola vende su querido The Chumbo-Ronfer a la familia Shaw. Luego de pasar por algunos propietarios lo encuentra y adquiere Juan Bonomo.

Es notable que este espectacular automóvil, construido en 1932 se conserve en su estado original, despertando admiración en cuantos lo observan. Es de destacar la labor de la familia Bonomo que supo apreciar y querer a The Chumbo en la misma dimensión que su creador y constructor.

También merece agradecimiento Juan Bonomo por su generosidad al intervenir con esta joya mecánica en este III Gran Premio, el que recorrió en su totalidad sin inconvenientes.

Hugo Caviglia

III Gran Premio Nacional de Baquets

Lo Mejor de dos Mundos

III Gran Premio Nacional de Baquets
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III Gran Premio Nacional de Baquets

Conjugar lo mejor de dos épocas parece un sueño difícil de realizar, pero en el Gran Premio Nacional de Baquets se fundieron realidad e ilusión más de una vez. Al menos así lo vivimos nosotras, la primera tripulación femenina de esta carrera. La experiencia es verdaderamente inolvidable y mágica, como también lo son los pequeños pasos que llevaron a la largada desde la Plaza de Almirante Brown.

Como suele suceder con los momentos valiosos, éste se fue tejiendo por años sin que supiéramos siquiera lo que se iba gestando. Por un lado, el gusto de Silvana Irusta, la piloto, por las cosas antiguas y los autos sin techo comenzó desde que era chica y ayudaba a su padre a hacer arrancar tractores y lanchas en una isla del Tigre. Por otra parte, Hernán, su marido y mecánico del Ford A que condujo en la prueba, tuvo un papel central en la trama. Fue él quien compró el vehículo del año 1929 como sorpresa para el cumpleaños número 40 de Silvana. Y fue también él quien tuvo la ocurrencia de convocar a su amiga y colega Mariana Lloberas, la copiloto, para la prueba. La explicación de Hernán es simple. ‘Cuando Silvana, aún sorprendida por el regalo de cumpleaños, dijo que se anotaría en alguna competencia y pidió acompañantes, Mariana fue una de las más entusiasmadas'. Seguramente la emoción tiene su origen en la pasión que su abuelo, también mecánico, sentía por los autos y las carreras, de las que participaba cada vez que podía.

Una vez que Silvana tuvo su auto, se acercó al stand de CAdeAA en Autoclásica donde la señora Alicia Rodríguez, esposa del Presidente del Club, con entusiasmo le comentó del Gran Premio. Era una propuesta interesante, pero había mucho que hacer. Poner el auto en condiciones, comprar un trailer para el transporte eventual por si la máquina no resistía tanta demanda, asegurarse que algún familiar estuviese disponible para cuidar a sus tres hijos Facundo (11), Guadalupe (8) y Joaquín (5), arreglar horarios en su trabajo. Mientras tanto, la copiloto y su marido Juan, devenido luego en fotógrafo, prepararon valijas para sus hijos Juanse (14) y Patricio (7), que se quedaron con los tíos. Vaya si hubo trabajo en equipo. La dupla Irusta-Lloberas contó con escudería de primera. Gracias al equipo que quedó en casa y al que acompañó, pudimos relajarnos y disfrutar plenamente de la carrera de regularidad.

Al llegar a la Plaza de Almirante Brown, tarea nada fácil cuando uno carga un trailer y desconoce la zona, nuestro objetivo fue llegar a cada etapa. Para sumarle adrenalina a la cosa, el auto se nos quedó a unos 500 m de la llegada a Dolores. Pero, por suerte, fallando y ya en dos cilindros, pasamos la meta a tiempo. Luego de la llegada a Dolores, le agregamos a ese primer objetivo el de hacer un digno papel. Ya nos sentíamos confiadas porque habíamos logrado muy buenos tiempos. Para el tramo Dolores - Conesa el auto anduvo como un violín y empezamos a entusiasmarnos con la idea de salir entre los diez primeros. Finalmente, cuando salimos de Conesa, pensamos que se nos iba a hacer muy largo el último tramo de más de 4 horas, pero se nos pasó volando, ya que los paisajes de nuestra Pampa ondulada son cautivadores. Y ni que hablar de los animales que vimos durante toda la carrera.

Si algo falta decir de esta fantástica prueba es que todas las variables se combinaron para que nos sintiéramos a gusto. Los paisajes encantadores, los caballos galopando a metros de nosotras, los puentes de hierro de antaño, el clima espectacular, el sol, casi siempre a nuestra espalda, la calidez de los compañeros de otras tripulaciones, el aliento de los organizadores, el respeto de todos, y la compañía silenciosa y fuerte de nuestros maridos, hombres sin miedo a tener mujeres con ganas de hacer cosas nuevas.

En fin, como dijimos al comienzo, tuvimos lo mejor de dos épocas. Autos con identidad propia, caminos sin tráfico enloquecedor, ninguna irrupción de celulares o mails de este mundo hiperconectado, por un lado, pero también disfrutamos de los avances de estos tiempos. Todos nos trataron con el respeto de los iguales, sin discriminarnos por nuestro género y cuando llegamos al hotel podíamos comunicarnos fácilmente con las familias, que esperaban noticias, ansiosas. Ojalá se siga haciendo esta carrera para que muchos puedan disfrutar, como lo hicimos nosotras, de una experiencia intensa y gratificante.

Mariana Lloberas

La tripulación francesa
La tripulación francesa
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Participantes

PILOTO

COPILOTO

AUTO

Caviglia Hugo

Bonomo Juan

The Chumbo - Chrysler

Pugliesi Juan Carlos

Comba Carlos

Ford A 1929

Elias Hector

Morales Adrian

Ford 1932

Iriarte Silvina

Lloberas Mariana

Ford A 1929

Merlini Jorge

Cipolione Jorge

Chevrolet 1928

Vaccarezza German

Campana Luis

Nash

Roberto Di Gaeta

Rossi Horacio

Chevrolet 1928

Sanchez Ortega Santiago

---

Whippet

Penedo Luis

---

Rugby 1927

Idiart Salvador

Noel Gireli

Nash

Catalfo Paulo

Barraza Jorge

Ford A 1929

Gallo Aldo

Chio Jorge

Ford A 1929

Massarotti Anibal

Vescio Horacio

Ford T 1918

Vaisieta Eduardo

Valka Daniel

Opel Sport 1938

Mancioni Juan Jose

Mancioni Graciela

Buick Marquette

Yves Milliot

Patrice Lambord

Chevrolet 1934

Zanatta Jorge

Guzman Nelson

Ford A 1929

Manzione Luis

Vergauven Gerardo

Hupmobile 1929

Bongiardino Orlando

Marenzi Robbie

Packard 1932

Udewald Manfredo

Miteff Javier

Pontiac 1934

Filgueira Carlos

 

Rugby 1927

Buchelle Carlos

Margarita Spini

Ford A 1930

Herce Eduardo

Motyluk Juan

Chevrolet 1947

Fiscardi Hector

 

Chevrolet 1936

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Acorde con la época, éstos son los autos de apoyo del Gran Premio
Acorde con la época, éstos son los autos de apoyo del Gran Premio