La Estanciera Fantasma

La Estanciera Fantasma

Una historia patagónica

Josefina de Boggi, Mariano, María Clara y Santiago
Josefina de Boggi, Mariano, María Clara y Santiago
La Estanciera Fantasma

Circa 1970. Se aproxima Carnaval. Son 3 días para aprovecharlos a "full". Los integrantes de la Comisión de Automovilismo del Club Social de YPF "Ing. Huergo" en Comodoro Rivadavia, gente muy dispuesta e inquieta, preparan un rally. Un rally extenso, que durará 3 días, recorrerá 660 kilómetros en 3 etapas y en el que participará toda la familia, por lo cual, además de deportivo, será turístico.

Capacidad limitada: 30 coches.

Reglamento: Coches con velocímetro estándar, anulando el cuenta kilómetros (tapado con cinta Scotch), controles secretos en la ruta, promedio 60 km/h. Los coches se largan a intervalos de un minuto.

Los inscriptos preparan los coches equipándolos convenientemente (mate a bordo). Se ha señalizado sobre la ruta un tramo de exactamente un kilómetro de longitud, para que los participantes calculen la exactitud de su velocímetro (mas vale decir "el error" del mismo). Se pintaron los números en las puertas, algunas propagandas de amigos, muchas calcomanías de YPF (que aportaba la nafta), protección de faroles y parabrisas para evitar las piedras del camino de ripio, etc., etc., todo Piripipí.

En el sorteo del número de participante, nos tocó el Nº 1, debíamos partir primeros, abriendo camino a la caravana, el nuestro sería, prácticamente, el coche guía, algo así como el PACE CAR de la competencia.

El sábado a las 15,00 hs, nuestra Estanciera se encontraba en el punto de largada, bien plantada, con sus faroles y parabrisas protegidos con alambre tejido, y con toda la familia adentro, incluidos tres de nuestros seis chicos (los tres mayores no querían Lola)

Gran expectativa en el público que se acercó para el momento de iniciar la primera etapa, de 150 kilómetros hasta la localidad de Colonia Sarmiento, ubicada entre los lagos Colhué Huapí y Musters. Saludos de los amigos que vienen a despedir a los participantes, besos, fotos, filmaciones.

A las 15,30 horas, largada del Nº 1, (nosotros) Aplausos de la muchedumbre. Nuestra Estanciera IKA enfila rauda hacia el oeste, con sol de frente y viento en contra. Comienza la trepada a la Pampa del Castillo (700 m.s.n.m.). A mitad de camino, brusca falla del motor que parecía estallar. No lo podíamos creer, nuestros mecánicos preparadores nos aseguraron que el coche andaba a la perfección. Detuvimos la marcha, examinamos el motor y ¡¡SORPRESA!! Nos faltaba una bujía. Las otras 5 estaban O.K., así que: "ánimo corazones" y reanudamos la marcha en cinco cilindros hasta donde encontráramos un auxilio. Al llegar a la desierta Pampa del Castillo salimos de la ruta, entramos en un galpón taller de una empresa de servicios petroleros, único en la zona, gente amiga, que nos colocó la bujía que faltaba y vuelta a la ruta para reengancharnos con la media hora de tolerancia estipulada para estos casos. Lógicamente ya había pasado toda la caravana.

Al puesto de control de Sarmiento, arribó en primer término el coche número 2, luego el 3, luego el 4, así hasta el número 30. Los controladores de la carrera no lo podían creer: el número 1 estaba desaparecido en acción; nadie lo había visto parado, nadie lo había cruzado. No se encontraba explicación al fenómeno. En aquella ruta de la estepa Patagónica era imposible no ver un auto. No habría donde esconderse… ¿Ovnis? Veintinueve tripulaciones debatían sobre la misteriosa desaparición de la voluminosa Estanciera, preocupados, conjeturando explicaciones inverosímiles cuando, a la distancia, en medio de una sugestiva polvareda, fue perfilándose la silueta de un auto que, lentamente se iba agrandando al acercarse. Debería ser el PACE CAR de la competencia… ¿Será? Todas las manos se ubicaron sobre la frente, a modo de visera, para tratar de ver más allá. Por fin, la inconfundible trompa y estampa de la criolla Estanciera se hicieron reconocibles. Poco más tarde, cruzaríamos la línea de llegada entre aplausos, alivio y agitar de pañuelos.

La hilaridad que esto provocó, las historias que se tejieron y las cargadas que se sucedieron fue tema que por muchos años se recordó en el ambiente tuerca de Comodoro Rivadavia.

La competencia continuaría con dos etapas posteriores cuyo destino final sería Esquel, Chubut, y generaron, naturalmente, otras historias. Pero esas quedan para otra ocasión…

Por: Héctor Boggi Socio Nº 260